Ser voluntario en Dr. Sonrisas, ha cambiado mi vida completamente. Al comenzar esta aventura, nunca imaginé el impacto que tendría en mí. La manera en la que ha cambiado mi perspectiva de lo que es vivir, es impresionante; a mis 21 años veo que vivir es mucho más que solo respirar; es disfrutar la vida, aprovechar esos momentos que perdurarán en nuestra memoria, hacernos coleccionistas de anécdotas, de historias y aventuras, aprovechar al máximo esos pequeños instantes.
No cabe duda que los niños que he conocido a lo largo de este trayecto, son mi mayor ejemplo a seguir, día a día muestran: valentía, fortaleza, alegría y sobre todo su sabiduría, ellos sí que saben lo que es vivir, no se quedan pensado en sus limitantes, sino que buscan las otras miles de cosas que sí pueden hacer. Tener la oportunidad de convivir con ellos es increíble, estar rodeado de gente que sonríe y transmite alegría, me brinda una paz, una calma y una felicidad impresionantes.
Aún recuerdo mi primera visita con Dr. Sonrisas, toda esa emoción y nervios que sentía mientras esperaba la hora de entrar, pues no sabía si les agradaría a los niños, mi mente giraba y giraba pensando en cómo me acercaría a ellos, incluso unas horas antes me puse a googlear cuáles eran las caricaturas actuales para poder tener un posible tema de conversación. Todo eso fue innecesario, desde que los pequeños nos vieron entrar, corrieron a darnos la bienvenida con abrazos y sonrisas, en ese momento me di cuenta que había comenzado una de las mejores historias de mi vida.
En la posada de 2016, tuve la fortuna de compartir el día con dos pequeños extraordinarios: Dani, quién padecía un problema del corazón y Lalo, hermanito de un paciente. La amistad que hicimos entre nosotros fue tan linda, tan sincera, tan especial y, sobre todo, inolvidable. Sin duda, pasamos un día increíble, en el cual participamos en todas las actividades y juegos, reímos a carcajadas, saltábamos y rodábamos por el pasto, ¡vaya que nos divertimos! Al llegar el momento de que hicieran su carta para Santa Claus, los encargados les explicaron que escribieran su mayor deseo, aquello que los hiciera muy feliz, una vez escuchado esto, no tardaron más de un segundo en comenzar a escribir su carta; ambos tenían una gran sonrisa en su rostro, y sus ojos irradiaban emoción.
El primero en terminar fue Dani, inmediatamente me mostró lo que había escrito, en su carta le pedía a Santa que Lalo, su compañerito de juegos de esa mañana, estuviera sano, pensando que al igual que él, también padecía una enfermedad; al leerlo, me quedé sin palabras. Mil y un sentimientos llegaron a mí y lo único que pude hacer en ese momento, con un nudo en la garganta, fue sonreírle y darle un gran abrazo. Con ese pequeño gesto, mostró su grandeza. La admiración y cariño que siento por él, son infinitos. Sin duda alguna, ese momento marcó mi vida para siempre.
Cada uno de pequeños que he tenido la fortuna de conocer, tienen un lugar muy especial en mi corazón. El poder compartir el tiempo con ellos, el ver como poco a poco vas ganando su confianza y cariño, es algo invaluable. Es por ello que invito a todas las personas que se integren al equipo de voluntarios de Dr. Sonrisas, que se den la oportunidad de darle un giro a su vida, de contagiar sonrisas ya que la única manera de multiplicar la felicidad, es compartiéndola.