Volví a creer, a pensar en alguien más que en mí, a cuidarme, quererme, emocionarme y maravillarme nuevamente. Porque cuando fui mamá volví a ser niña y disfrutar cada momento (jugando en el suelo, despeinada, sucia, haciendo de payasita, llorando de emoción por un bailable, etc).
Cambió que, lo que algún día de niña quería ser cuando estuviera grande, se hizo realidad sin estar en una universidad y obtener un título. Soy doctora, maestra, policía, unas veces estilista, psicóloga, diseñadora de modas, maga. No dejo de sorprenderme lo maravilloso de ser mamá.
Dejé de pensar en lo que hacen los demás y comencé a ver las cosas diferentes, entendí que nadie piensa igual y que todos tenemos nuestras vivencias e historias de vida, así mismo reconocer lo bueno y que debe una enseñanza sana.
Ya no peleo por tonterías. Puedo con mucho más de lo que imaginé sin tener miedo de cansarme; al contrario, pasan los días y lucho con todo, no contra todos.
No dejes que nada te detenga, las mamás tenemos una fuerza interior maravillosa. Sólo cree, disfruta y vive. Nadie sabe lo que tiene hasta que respira.