Cuando me preguntan cómo me convertí en voluntaria de Dr. Sonrisas, mi corazón da un vuelco y se me llenan los ojos de lágrimas al recordar una promesa.
Mi preciosa Aline vivió con una condición neurológica devastadora: un síndrome epiléptico de difícil control. Durante casi 15 años, luchó contra convulsiones que nunca le permitieron hacer lo que un niño con desarrollo normal haría. Esto nos llevó a un constante ir y venir a hospitales, médicos, tratamientos, medicamentos, terapias, etc. Sus últimos dos años de vida los pasó hospitalizada por neumonías, lo que minó totalmente nuestra salud, física para ella y mental, física y espiritual para mí.
La vida está llena de momentos tristes y complicados, pero también de aprendizajes. Le prometí a Aline estar cerca de padres, madres y familias que tuvieran un pequeño o pequeña con alguna enfermedad o discapacidad, para acompañarlos y ayudarlos cuando lo necesitaran. Cuando llegó el momento de que ella regresara al cielo, reafirmé mi promesa y compromiso. No sé si lo hice por ella o por mí, quizás por ambas. Ambas sentimos que cuando más necesitábamos a alguien, no tuvimos a nadie, y esa soledad duele.
Así que me dediqué a estudiar. Me convertí en tanatóloga, luego en masoterapeuta, y he seguido preparándome en diversos ámbitos relacionados con la salud mental de cuidadores, pacientes y familias, en duelo.
En el camino, me uní a una gran amiga para dar masajes a las mamás de nuestros guerreros en el Hospital del Niño Morelense. Después de esa experiencia, solicité unirme como voluntaria para acompañar a las mamás en diferentes actividades y procesos relacionados con la enfermedad de sus peques.
Trato de estar ahí para ellas, sosteniéndolas y acompañándolas en su confusión y dolor cuando pierden la batalla y ganan el cielo. Siempre he pensado, "¿Quién las puede entender mejor que una mamá que ya pasó por eso?".
Mi corazón se estruja, pero recordar su carita y sus ojos, me enorgullece sentir y pensar que estoy honrando su memoria. Su vida no fue en vano; estoy segura de que está orgullosa y qué tantos años sirvieron para algo grande. Siento que sigue estando junto a mí desde su alma, ayudándome en esta labor.
Esa es mi razón para pertenecer a Dr. Sonrisas, hemos logrado consolidar un equipo diverso en muchos sentidos, pero muy unido y comprometido en esta labor de servicio.
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